Notas & Un poco de historia
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Domingo 16 de abril de 2000 / Diario Clarin

SE REABRE LA MITICA FABRICA ALEMANA ALFRED ARNOLD

Doble A, el alma del bandoneón

Se hicieron hasta la Segunda Guerra. Después sólo hubo intentos aislados, pero fueron estériles. Cada vez hay menos bandoneones en el mundo y la expectativa está puesta en esta nueva producción.

por IRENE AMUCHASTEGUI


Los Arnold en 1965. MAS INFORMACION El Stradivarius de los bandoneones La predilección de los ejecutantes por los bandoneones marca "AA" no deja dudas: "Nueve de cada diez estrellas lo usan", bromean los bandoneonistas recurriendo a aquel eslogan de Jabón Lux.

Por su sonido y su nobleza, producto de los secretos de construcción que los empleados de la fábrica de Alfred Arnold mantuvieron muy bien guardados en una pequeña localidad del este de Alemania, los Doble A reinan entre los bandoneones. Los que llegaron a la Argentina entre 1911 y la Segunda Guerra -cuando se interrumpió la producción- son los que se siguen usando, hasta hoy.

Pero ahora el alcalde Uwe Staab, que administra la ciudad alemana de Carlsfeld -sede histórica de la fábrica-, anunció que los talleres Alfred Arnold volverán a funcionar: en octubre llegarán a estas costas los primeros Doble A de la nueva generación, en los que trabajarán algunos de los artesanos de la vieja época.

La noticia no es menor: salvo aislados y estériles intentos, no se fabrican bandoneones desde hace décadas, ni en Alemania (el país productor por excelencia) ni fuera de ella.

Uno de los descendientes de los Arnold -evadidos de Alemania del Este en 1949, cuando la planta fue estatizada y convertida en una fábrica de bombas para motores diesel- se reinstaló en el oeste y encaró la fabricación en los años 50: pero los Doble A de posguerra no estaban a la altura de la tradición, y dejaron de fabricarse en 1971. El historiador Oscar Zucchi (autor de El tango, el bandoneón y sus intérpretes) explica: "En aquellas últimas partidas no se logró una calidad similar en las aleaciones empleadas. Los Doble A anteriores a la guerra fueron, sin duda, los más nobles. Sólo se les acercó otra marca, en esa misma época: los Germania, fabricados por Mathias Hohner, que llegaron a estar casi a la par".

¿Sonarán los próximos Doble A como suenan aquellos de los buenos tiempos? "Los bandoneones siempre son un misterio y en las preferencias hay una cuestión muy personal -dice el músico Leopoldo Federico-. Lo que a uno lo vuelve loco, a otro, por ahí, no le llama la atención. Es como con las mujeres: uno siempre está buscando el bandoneón de su vida, y el que para uno es una bomba, a otro no le resulta. Hay que ver cómo son los nuevos. Pero yo, la verdad, me quedo con los viejos y descascarados." Federico, dicho sea de paso, es uno de los pocos infieles al Doble A: durante muchos años prefirió un bandoneón marca 3 B.

Más allá de las incógnitas, la reapertura de la fábrica Arnold es una esperanza de supervivencia para una especie que, en la Argentina, pierde ejemplares día a día. De los 25 mil bandoneones que entraron a la Argentina hasta la Segunda Guerra (según un estudio del músico y afinador Joaquín Aménabar), una considerable cantidad volvió a salir y otro porcentaje terminó su vida útil.

El especialista José Estrada, dedicado a la compra y venta, calcula: "Los japoneses y, paradójicamente, también los alemanes, se llevan muchos. Supongo que no menos de 8 mil salieron del país. Y otros están muy batallados o, por el contrario, abandonados durante largo tiempo y castigados por la humedad". Un bandoneón, según su estimación, puede venderse desde 1.800 y hasta 5.000 pesos, según sus características, el estado y hasta el detalle irrelevante de la ornamentación de nácar.

"Yo uso Doble A y Premier, que es otra marca de la misma fábrica -informa el músico Julián Plaza-. Ya tengo instrumentos suficientes, pero me parece bueno que vuelvan a fabricarse, porque se han perdido muchos. Es común que los músicos, cuando van a Japón, lleven para vender. Allá los compran -sean buenos o berretas- y muchas veces no los tocan, sino que los tienen de adorno: conocí un cirujano japonés que tenía una colección de 37 instrumentos. Es una lástima." Músicos y entendidos porteños celebran la noticia, pero llaman prudentemente a esperar los resultados. Mientras, un plantel de viejos artesanos arrancados del retiro se apresta en la distante Carlsfeld. En pocos meses, sus flamantes Doble A rinden examen.

 

 

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AVISO.
Así publicitaban los Doble A.
DINASTIA.
Los Arnold en 1965.

 

Más información
El Stradivarius de los bandoneones